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Artículos revolucionarios

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A manera de presentación:

 

Los revolucionarios, y en especial los anarquistas, siempre tienen algo en común durante su vida y su muerte: la difamación y la abyecta campaña en contra suya, no solamente por los medios de comunicación burgueses, sino en especial por sus dueños, los gobiernos.

Malatesta, un hombre como pocos, no escapó a ello. Su vida es la vida de la lucha: contra la enfermedad, contra las injusticias, contra la vida misma (pues fue trabajador toda su vida) y en especial contra el gobierno, o mejor dicho, contra el Estado.

No se trata en el caso de Malatesta de un revolucionario de biblioteca. A diferencia de muchos de los marxistas (Marx jamás tocó siquiera un arma, nunca estuvo en una revuelta) los “Teóricos” anarquistas se distinguen por luchar por las ideas que escriben. En Malatesta no solamente encontramos un trabajador manual (fue desde electricista hasta vendedor de helados), sino también a un brillante teórico y un aguerrido luchador en las calles. La Toma de Matese, localidad de Benevento, por ejemplo, es una muestra de que Malatesta estaba dispuesto a vencer o morir por sus ideas:

 

“Eran aproximadamente una treintena –Nos cuenta Luigi Fabbri-, con Cafiero, Malatesta, Stepniak y Cesare Ceccarelli a la cabeza. Recorrieron, del 6 al 8 de abril las localidades montañesas en torno al Monte Matese —Pietravia, Montemutri, Fileti y Bucco—, comiendo y durmiendo por la noche en casas de campesinos (a los que se pagaba todo sin escatimar), hasta que llegaron a Lentino. Entraron en el pueblo con la bandera roja desplegada (1) e invadieron el Municipio justamente mientras celebraba sesión el Consejo comunal. Destronaron al rey en nombre de la revolución social y exigieron la entrega de los documentos oficiales, de las armas quitadas a los ciudadanos y de la caja municipal, dándole recibo de todo al secretario comunal en estos términos: nosotros, los que suscriben, declaramos habernos posesionado con las armas en la mano del Municipio de Lentino en nombre de la revolución social. Fueron distribuidas entre los habitantes del pueblo las armas que les habían sido confiscadas, los instrumentos de trabajo y el poco dinero hallado en la caja comunal. Se destruyó el instrumento de mensura con que se calculaba la tarifa sobre la trilla y fueron quemados  todos los documentos oficiales,  menos  los relativos a  la beneficencia 

pública. Después se pronunciaron discursos, escuchados con gran simpatía por la población”

 

Proveniente del republicanismo en su juventud, abrazó las ideas de la AIT bastante joven. Abandonó las ideas republicanas para sumarse a las filas del anarquismo bakuninista. Conoció a Bakunin y fue influenciado fuertemente por él. Pero Malatesta pronto generaría su propia visión del anarquismo. Comúnmente se cree que a Kropotkin corresponde el mérito de haber formulado el anarquismo comunista, sin embargo, antes que Kropotkin y quizá con igual firmeza, Malatesta y sus amigos anarquistas de Italia, defendieron la idea del anarco-comunismo.

Pronto fue una de las figuras más sobresalientes de la AIT en Italia, realizó viajes por América, Egipto y varios países de Europa perseguido por la policía y dando charlas sobre el anarquismo.

En España tuvo la primicia de ser quien hiciera que los anarquistas españoles dieran el paso del colectivismo bakuninista al comunismo anarquista.

Sus diferencias ideológicas con Kropotkin desvelan una mente realmente brillante, no solamente tenía una profundidad teórica impresionante, sino un lenguaje claro, sencillo, sin esas enredaderas verbales en que a veces se convierten los escritores.

A diferencia de Kropotkin, Malatesta era precavido respecto a confiar el anarquismo a la ciencia como método de realización. La ciencia, opinaba Malatesta, no podía determinar de manera inevitable un hecho revolucionario como el de una sociedad anarquista. Son los individuos quienes deben luchar por medio de la VOLUNTAD para conseguir sus fines (voluntarismo malatestiano). Porque de lo contrario, si la anarquía ha de llegar “inevitablemente”, basta entonces con esperar a que llegue por sí misma. Contrariamente a ello, Malatesta advierte de los peligros de esta teoría, pues podría convertir a los anarquistas en elementos pasivos. La voluntad, entonces, es lo que hace posible la revolución, porque los individuos no esperan ningún fatalismo sino que luchan por realizar lo que quieren.

Luchó contra las tendencias individualistas cerradas, contra la influencia del bolchevismo en las filas socialistas, contra el aburguesamiento del socialismo al que veía dirigirse directamente hacia un reformismo que le quitaba toda su esencia cuando luchaba por tomar el poder, despojaba a los socialistas de ideas y les dejaba solamente el nombre, para convertirse en políticos radicalizados… y a veces ni eso.

Malatesta luchó también contra el advenimiento del fascismo en Italia y, como casi todos los anarquistas, sufrió las persecuciones del régimen. Cierto es que Musolinni no tuvo el valor suficiente para asesinar a sangre fría a tremendo  revolucionario, quien le hacía ver lo pequeño que era a su lado, 

pero sí le hizo la vida imposible hasta el fin de sus días. Vigilado, acosado, calumniado, reprimiendo a todo aquel que se acercara a su lado. Musolinni hizo, después de la muerte del anarquista, lo que hizo en su momento el franquismo con Durruti, los bolcheviques con Makhno, y Francisco I. Madero con Magón: todos, pese a ser de diferente tendencia, calumniaron hasta el asco a los anarquistas, ya que el interés por el Estado lo defienden desde los demócratas, los “socialistas”, hasta los fascistas.

Malatesta murió como vivió toda su vida: sin lujos, luchando hasta el último minuto por el anarquismo y trabajando para ganarse la vida. Con su muerte podríamos decir que se “cierra” el periodo de los “clásicos anarquistas”.

La obra de Luigi Fabbri “Malatesta. Su vida y su pensamiento” es una de las más bellas joyas biográficas con que cuenta el anarquismo, y del cual incluimos dos capítulos al final de este libro.

Por todo lo anteriormente dicho, nos complace profundamente publicar esta serie de artículos de Malatesta, pues sabemos que su lectura será de gran ayuda para quienes hoy, como en tiempos de Malatesta, desean transformar la sociedad en una donde exista el orden, la justicia, la libertad y la paz, ideas por las cuales luchó este anarquista hasta el último de sus días.

 

El grupo editor.

 

1.– Por ese entonces la bandera roja era símbolo de revolución. La bandera negra vendría después. Nota del grupo editor.

 

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